En el interior de la caverna, hay una oscuridad profunda, sus habitantes viven encadenados, confundidos, engañados por unas sombras difusas. Es siempre un visionario que antes, durante y después, consideran un lunático, un demente, pues fue él, el que rompió sus cadenas, segado por la luz matutina, educó paulatinamente su vista, a posteriori llegó al entendimiento racional, fascinado por su arduo y vital descubrimiento, pensó, esos animales cavernícolas, jamás entenderán mi postura, querrán matarme si intento mostrarles algo de lógica y cordura. Pero sino entro mis conocimientos serán egoístas e inútiles. ¿Qué debo hacer?
Eureca! Entraré con la antorcha encendida y escondida detrás de mi espalda, cuando vengan a mi encuentro, mostraré la antorcha, aprenderás por las buenas, porque el diálogo vacuo, carece de sentido, de practicidad.
Así fue como los habitantes de ese lugar empezaron a descubrir la verdad. En una alegoría adaptada por...
JOEL PÉREZ NOGUERA
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