viernes, 20 de noviembre de 2015

SOÑANDO DESPIERTO.



Desperté de la pesadilla con charcos de sudor, mi respiración era intensa, pero sentí un gran alivio al saber que solo era un mal sueño. Me dirigí hacia la cocina, me bebí dos vasos de agua de golpe, fui al baño, me lavé la cara, me miré al espejo.

Fue en aquel momento cuando estaba en el juicio de Asir, ya habían pesado mi corazón, la pluma estaba casi a la misma altura, la balanza no miente, al menos se supone, veía mi nueva vida en el que mi oficio sería verdugo, eso me resultaba bastante terrorífico, pues en mi vida anterior era escriba, y en la anterior agricultor, y en la anterior era una gaviota.

 ¡Qué sí!, es en serio. No lo puedes entender, lo estás leyendo despierto, claro, no estás en mi sueño, pero estaba asustado, veía como manejaba toda clase de armas, experto en toda clase de torturas, mataba tanto a culpables como a inocentes, era dictaminar sentencia, y yo cortando, degollando, asfixiando, haciendo de todo para que esa persona llegase al fin de esa vida. A lo mejor esa persona me acabaría matando a mí en otra vida, no lo sé, eso no lo llegué a ver.

¡No podía ser! le pedí la hoja de reclamaciones al mismo Osiris, me miró con su ojo. Éste está pirado te lo digo yo, le decía a Horus por telequinesia, pero por suerte el dios de los muertos manipuló al tiempo, total, quería que me fuese de allí, no había conocido a un ser humano más pesado.

Serás poeta en la próxima vida y en todas las siguientes así evitaré volver a verte por aquí.

Es un buen tipo, lo que pasa es que es un dios un tanto ocupado, pero me resolvió la vida, así que mientras escribo medio dormido, hago mi sueño realidad.







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